¿Hasta qué punto hay que buscar para encontrar? No será que el encuentro se define a sí mismo con el factor de ser impredecible, por lo menos el que yo busco. Probablemente provenga de lugares desconocidos, repentinamente, sin esperarlo tanto como ahora.
¿Cuál es el apuro y la necesidad de apoyarse? Porqué no soy capaz de encontrar la belleza en la fragilidad del ser humano, en su estado más vulnerable, susceptible a sentimientos imaginarios, quizás para él reales, pero desbordantes sin duda alguna.
¿Cuándo llega el vértigo? el deseo de caer en el precipicio, oscuro y (des)conocido; que desesperante manera de perder (o ganar). ¿Quién es el que gana? ¿El que sufre o el que aprende? ¿Al que no le importa o el que se dio cuenta? ¿El que culpa o el que perdona?
Mi cabeza puede definir muchas razones, excusas, sentimientos e imágenes proyectadas; pero jamás logrará plasmar lo que fui ese día.
Puedo encontrar muchas palabras, puedo escribir mil veces, pero nadie además del personaje (flemático) que presenció ese momento de humillación y desgracia, de fragilidad y desesperanza, de traición, esos minutos eternos que reflejaron el tambaleo de mi propia existencia, la separación de mi alma y mi cuerpo; podrá encontrarme.
Vivo entre fantasmas, absorto en mi propia niebla, procurando encuentros que no aparecen, proyectando historias que no suceden.
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