Todo se resume en belleza, en una sublimidad irreal que yace entre los dos y juega con nuestras almas diciéndoles que es una promesa eterna. Y creo que una parte de mi cuerpo es capaz de creer la oferta de la ilusión, pero otra me obliga a caer y recordar la contradicción propia entre el peso y la levedad de mi cuerpo. No sé si realmente quiero despertar, quizás dormir contigo es suficiente.
Por mi cabeza pasan corrientes de pensamientos que chocan y se omiten de plasmarse en una hoja por definirse como superficiales, pero quizás hay un miedo en aceptar el simple hecho de que profundamente sí existe un riesgo que no quiero reconocer, un factor que me hace dudar de mis propias acciones por dejarme llevar a través de mi lado más pasional y débil, el cual dejó abrazarse cuando tuvo su primera oportunidad, porque se sentía realmente abandonado y triste, lo carcomía todos los días la idea de vivir con esa melancolía maldita que de alguna forma pasaba a ser parte de su esencia.